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El poder de las palabras

Por: Catalina Jiménez Combariza- Directora y Fundadora, Sentidos Comunicaciones


Articulo publicado en Forbes


Las palabras por sí solas generan un determinado impacto, no importa el canal que utilicemos: escrito, hablado, por mensaje de texto, un chat o en una videollamada, siempre estamos comunicando y su efecto en nuestra audiencia e interlocutor excede ampliamente el significado que cada una de estas tiene.





Se suele decir que somos lo que hablamos, pero a esto además debemos agregarle que nos define la forma en que lo hacemos, el tono que usamos y el tipo de palabras que utilizamos para comunicarnos.


Me regalaron unas figuras de los tres budas sabios, inspirados en: “Three Wise Monkeys” (Los Monos Sabios), uno tiene los ojos tapados, otro en igual actitud, pero con las manos en sus oídos y el último con la boca cubierta; sobre estos, hay muchas interpretaciones; sin embargo, la que más me gusta y con la que me identifico es con la de no ver el mal, no escuchar el mal y no decir el mal. En otras palabras, cuidar lo que oímos, decimos y vemos… para mí, se trata de vigilar nuestras palabras. Esto me hizo meditar sobre el poder de lo que decimos y cómo lo decimos.


Las palabras por sí solas generan un determinado impacto, no importa el canal que utilicemos: escrito, hablado, por mensaje de texto, un chat o en una videollamada, siempre estamos comunicando y su efecto en nuestra audiencia e interlocutor excede ampliamente el significado que cada una de estas tiene.


Según el Diccionario de La Real Academia Española, nuestro idioma cuenta con más de 93.000 palabras; sin embargo, se calcula que, durante la comunicación cotidiana una persona emplea una media de entre 300 y 500 palabras. Pero entonces, si en general la mayoría usamos más o menos las mismas expresiones, ¿qué hace que algunos cautiven de mejor manera a su audiencia?, la respuesta es simple: el propósito que les damos.


A menudo solemos usar una serie de palabras cuando estamos ante una situación en la que somos positivos; pero en cambio, en aquellos momentos que nos sentimos menos esperanzados, nuestro libreto se restringe y esto limita la forma en que nos comunicamos; es en estos casos cuando más debemos cuidar nuestro vocabulario, el tono, y su uso.

No lo dudemos, las palabras tienen el poder de emocionarnos y son capaces de curarnos. A través del uso que les damos transmitimos el conocimiento que tenemos sobre una situación, lo que pensamos y lo que sentimos; son capaces de causar una respuesta en nuestros interlocutores.


Una misma lengua agrupa, así como lo hace el pertenecer a un país, región, entidad, empresa, o a una determinada escuela; y se crean códigos a través de las palabras. El otro día, mi hija estaba interactuando con otra chiquita de similar edad, pero de otra nacionalidad y en su conversación pude ver como entre las dos estaban intentando encontrar códigos a través de sus diferencias, compartían el mismo idioma, pero sus palabras las llevaban a un mensaje diferente.


Esa intención, sobre encontrar un mismo código y así obtener el impacto que deseamos en nuestros interlocutores es lo que hace especial el oficio de las Relaciones Públicas; su rol empodera los mensajes que transmitimos para hacer posible que un cliente pueda hablar de manera simple y clara sobre un complejo sistema de operaciones de ciberseguridad o que algo tan técnico como el procesamiento de pagos se vean reflejado en cómo es capaz de cambiar la vida de una persona con una solución hecha a su medida para atender sus finanzas personales desde un dispositivo móvil.


Para ser efectivos con el lenguaje que utilizamos, primero debemos tener claro el tipo de audiencia a la que nos dirigimos, también y sin importar si se trata de una conversación uno a uno, o para una gran multitud de personas, reconocer que del otro lado hay un ser humano, con su propias necesidades, preocupaciones y motivaciones es lo que permite ajustar nuestro discurso según el tipo de audiencia y sobre todo, el efecto que queremos causar en ellos.


Cada uno de nuestros clientes y los temas que convergen al propósito de sus organizaciones, tienen una oportunidad maravillosa para que desde el lado corporativo construyan desde la comunicación mensajes poderosos, cargados de palabras que además de ser afines a su negocio; también estén cimentadas en un mensaje que invite y motive a asumir buenas prácticas empresariales, porque eso nos lo debemos todos como sociedad.


Cuando lideramos una compañía y tenemos la oportunidad de comunicarnos con diferentes públicos, podemos ser reflexivos y además, motivar en cada persona que nos oye, esa chispa que lo haga sentir que él es importante y que su labor también tiene fin máximo, porque así se lo estamos haciendo sentir.


Creo que las grandes gestas son aquellas que se consiguen con el esfuerzo y el trabajo de cada día, y para ese fin, estoy convencida que tan sólo un par de palabras como buenos días, muchas gracias, me encanta tu trabajo, lo vamos a volver intentar juntos, son ese motor capaz que cruzar cualquier frontera y hacer que lo imposible, sea una realidad. Las palabras nos unen y su intención nos da poder.

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