Articulo publicado en Forbes Colombia
Por: Catalina Jiménez Combariza
Este síndrome debilita la productividad, la salud mental y emocional de las personas y se apodera de las cosas que realmente te hacen feliz.
También me pasó a mí. Ocurrió una mañana en la que al finalizar una propuesta que trabajaba para un nuevo cliente, sin darme cuenta, se me olvidaron ciertas palabras, luego el nombre de las personas que me acompañan. El cansancio extremo actúa de esta manera, poco a poco se apodera de pedazos de tu vida, te quita un par de horas de sueño, un leve y constante dolor de cabeza te acompaña por interminables días. Comes mucho, luego dejas de hacerlo por largos períodos, los ojos se resienten y la luz pareciera ser un implacable enemigo.
El ‘burnout’ o síndrome de trabajador quemado es un cuadro de síntomas que se refleja en un extremo cansancio y estrés laboral, básicamente, ya no tienes energía. Interminables horas frente al computador, conectados desde diferentes dispositivos e intentando recrear los demás aspectos de la vida de forma digital, ciber clases, ciber encuentros con los amigos, meditación en línea, yoga en línea, etc. Extendimos los límites, afectamos la vida cotidiana y pospusimos los descansos.
Este síndrome debilita la productividad, la salud mental y emocional de las personas y se apodera de las cosas que realmente te hacen feliz. A todos nos pasó, durante este último tiempo hemos dejado de compartir físicamente con seres que queremos, que nos hacen reír, postergamos muchos cafés compartidos, tener una conversación mirándonos a los ojos; olvidamos el placer de conectarnos con la naturaleza, respirar aire puro o sentir el sol sobre los hombros, de bailar toda una noche o simplemente desconectarnos y decir hoy no salgo, mejor me quedo a no hacer nada. La casa para esos días se volvió colegio, oficina, centro de entretenimiento…mi hija llamaba ‘París’ a la sala y al estudio ‘el cine’ y fue justamente en este lugar en donde mi cuerpo protestó.
Se ‘vale’ apagarse, para poder recargarse
La necesidad de adaptarnos a los nuevos esquemas de trabajo, la virtualidad y la hiperconectividad son parte de los desafíos que nos planteó la pandemia, cruzamos algunos límites que nos vuelven dependientes y hacen que resulte muy complejo soltar las tareas del día a día. Tenemos pavor a perdernos cualquier tipo de avance en la oficina, con un cliente o en las decisiones que se toman al interior de la empresa.
La pandemia expuso la necesidad que tienen las empresas para mantenerse conectadas con su público, transmitiendo el mensaje de que a pesar de la distancia seguimos activos y entendemos lo que están pasando. Este llamado a la empatía con nuestros públicos internos y externos, debe ser también un llamado urgente hacia nosotros mismos, “hola Catalina, entiendo que estés cansada, puedes tomarte un respiro”; este tiempo ha servido para que las relaciones públicas se construyen con confianza, generando un valor agregado y preocupándose por el otro. Esa empatía y positivismo deberán ser aplicados sin restricciones en nuestro interior. Se puede estar cansado, levantar la mano, buscar a las amigas o simplemente detenerse y respirar.
Cuando uno está al frente de un equipo es imposible ser ajeno a las dificultades que viven las personas que nos acompañan. Hoy es habitual que, durante una reunión de trabajo por videollamada, alguna persona deba hacer una pausa porque su hija tiene un problema para conectarse a las clases virtuales del colegio, o necesite atender algún evento que sucede en la casa.
Ahora mostramos sin tapujos esa otra cara que usualmente no se percibía, somos grandes profesionales, pero también dejamos de pedir excusas porque suena un ruido, somos mujeres, madres y cumplimos al mismo tiempo con diferentes roles. Sin embargo, la realidad que vivimos también expuso la inmensa diferencia que aún nos alejan en equidad de género y en el soporte que da la mujer a la sociedad.
El BID (Banco Interamericano de Desarrollo) en su informe: Brechas de Género durante Covid-19[1], destacó que el tiempo dedicado a las tareas del hogar era incluso más desigual antes de la pandemia. El documento evidenció que las mujeres soportamos la mayor parte de la carga adicional del cuidado de los hijos, donde cerca del 60% de las encuestadas afirmaron ser las únicas responsables de estas labores en la casa, en comparación con el 14% que reportaron los hombres.
Respirar, para tomar decisiones más claras
Una vez que conseguimos entender la importancia bajar el ritmo en el cargo de trabajo, de poder simplemente cerrar el computador y disfrutar del placer que me causa compartir con mi hija, de seis años, y entrar en su mágico mundo en el las dos somos felices, crea un equilibro y una recarga a lo que somos como persona.
Confiar en el equipo de trabajo, delegar tareas, dejar que las cosas fluyan y encuentren su propio ritmo nos da a todas y de manera particular a cada mujer, la posibilidad de saber que tenemos todas las posibilidades de lograr lo que nos propongamos, pero también que tenemos derecho a descansar, a parar y a disfrutar el proceso por encima del resultado
Tengo la fortuna de contar con un tremendo equipo que me permitió oír las señales de alerta y alejarme. Tomar distancia permite ver la foto completa de lo que está sucediendo en la actividad profesional, que se puede hacer diferente. Saber que mi realidad no es la única que importa, que somos parte de una sociedad y que sin empatía por lo que sucede a nuestro alrededor, es imposible visibilizar el camino correcto a recorrer.
Vivo orgullosa de dirigir una agencia con 17 años de historia, de contar con un equipo de colaboradores increíbles y absolutamente comprometidos, también en este camino he podido encontrar personas maravillosas que han facilitado mi labor como madre, ama de casa y emprendedora. No me arrepiento del esfuerzo adicional que esto me ha costado; pero luego de haberme tomado un respiro y poder ver en perspectiva lo que pasaba a mi alrededor, también puedo y quiero valorar los espacios, los silencios y las pausas. La vida al final consiste no exclusivamente en cruzar a una meta; sino en los aprendizajes y las satisfacciones que nos deja el camino.
*La autora es fundadora y directora de Sentidos Comunicaciones
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.
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